¿Sufres del síndrome del impostor?

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Ahora se sabe que el 70% (según un estudio del Journal of Behavioral Science) de nosotros sufrimos el síndrome del impostor en algún momento de nuestra vida. También sabemos que el inicio de un nuevo año escolar o de un nuevo proyecto, puede ser sinónimo de estrés, presión por el éxito y aumento de la sensación de síndrome del impostor. Un buen cóctel de efectos que pueden afectar a la autoestima PERO… se puede hacer algo al respecto
A continuación le explicamos qué es el síndrome del impostor y por qué afecta a tanta gente.
¿Sufre el síndrome del impostor?
El síndrome del impostor, también conocido como síndrome del autoengaño, fue identificado por primera vez en 1978 por las psicólogas Pauline Rose Clance y Suzanne Imes.
Según expertos en el tema, el síndrome del impostor es la creencia de que uno finge ser alguien que no es, o que no es tan bueno como los demás creen que es.
He aquí algunos comportamientos típicos del síndrome del impostor:
- Atribuir el éxito a causas externas y temporales (como la suerte) y no a causas internas y duraderas (como el talento).
- Sentir que no estás a la altura de las circunstancias
- Falta de confianza en sí mismo.
El síndrome del impostor en los niños
Dos investigadores han llegado a la conclusión de que hay dos dinámicas familiares específicas que favorecen la creación del síndrome del impostor:
- Tener un hermano/a brillante. El sentimiento de impostura surge cuando se tiene un hermano/a al que se le considera superdotado/a (sobre todo intelectualmente) y a ti se te puede etiquetar como «sensible» o «simpático/a».
- Ser etiquetado como «niño prodigio» desde el principio. Los problemas vienen cuando empiezas a fallar, o al menos a darte cuenta de que no eres tan perfecto como tu familia parece creer.
¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos a no desarrollar el síndrome del impostor?
Aquí tienes algunos consejos:
- No ayudes demasiado a tus hijos y no hagas demasiadas cosas por ellos.
Esto les enseñará a tener confianza en sí mismos y a ser capaces de valerse por sí mismos. «Si un padre está siempre corriendo a su rescate o ayudándole, el niño le atribuirá sus éxitos sin pensar que son sus propios esfuerzos. Luego, de adultos, seguirán asociando sus éxitos a los de los demás porque creen que han aportado más de lo que han hecho», dicen los expertos.
- No critiques a los niños: se equivocan.
La escuela -y el sistema educativo en general- pone demasiado énfasis en el éxito y no lo suficiente en el «fracaso». «Enseña a tu hijo que también es importante fracasar, que eso enseña a resistir».
- Intenta comportarte de la misma manera con los chicos y las chicas
Síndrome del impostor en adolescentes
Para un joven, por un lado está la escuela, donde se suceden los exámenes y la presión para rendir bajo evaluación es constante, y por otro, las redes sociales. Mientras los adultos encuentran formas de mejorar su autoestima en el mundo real, que es un poco más protector que el mundo digital, los jóvenes de hoy no tienen este lujo.
Muchos miden su valor por el número de «me gusta» y de suscriptores en su cuenta, a sabiendas de que también deben navegar por un mar de comentarios y, a veces, gestionar peligrosos comentarios negativos de plataformas anónimas, un fenómeno que explica el aumento de conductas nocivas e incluso de suicidios.
Síndrome del impostor: ¿más común en las mujeres?
Aunque el 70% de las personas la padecen en algún momento, las mujeres se ven más afectadas que los hombres.
Se observa que muchas mujeres son las únicas responsables de este sentimiento de inadecuación en su trabajo. Añade que esta duda tiene raíces sociales y no es una cuestión individual.
Estereotipos persistentes en el trabajo.
¿Cómo salir de ella?
Aceptar tu perfeccionismo
Deja de luchar contra tu perfeccionismo. Obsérvalo y, a medida que vayas aumentando tu autoestima, verás cómo se aligera tu perfeccionismo.
Olvida el aspecto
No te preocupes por las miradas de los demás. Las personas que se atribuyen sólo a la mirada de los demás tienden a creer que los otros pasan mucho tiempo observándolos, evaluándolos, mientras que es en su propia mirada donde se encuentra el molino de juicios: no son los demás los que nos infravaloran, somos nosotros mismos.
Escuchar a los demás
No devalúes las decisiones de quienes te eligieron. Escucha a los colegas, a los jefes, que nos dieron esos ascensos o nos confiaron esos complejos expedientes, ¡ellos tienen más confianza en nosotros que nosotros! Apoyarse en la imagen que tienen de nosotros puede ayudarnos a mirarnos a nosotros mismos de una manera más benévola.
Reconocer sus logros
Siempre que hayas hecho algo, incluso algo aparentemente pequeño (como una conversación agradable o hablar en una reunión) que haya generado un sentimiento positivo en nosotros, reconócelo como un logro y siéntete orgulloso de ti mismo. El reconocimiento también se encuentra en las pequeñas cosas de la vida cotidiana.
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