¿Alguna información? ¿Necesitas contactar al equipo editorial? Envía tus correos electrónicos a [email protected] o ve a nuestro formulario.
Salud

10 enfermedades que puedes contraer nadando

Nadar es una actividad súper divertida y relajante, pero también implica riesgos si no tomamos precauciones. El estado del agua juega un rol vital en tu salud.

Sumergirse en el agua puede ser el escape perfecto del calor y el estrés. Sin embargo, no todo es diversión y descanso. El agua, ya sea de piscinas, ríos o el mar, puede ser un caldo de cultivo para enfermedades que afectan la piel, los oídos, el sistema digestivo y más. Aquí te contamos sobre algunos riesgos que podrías enfrentar al nadar si el agua no está en buenas condiciones. ¿Sabías que tu próxima zambullida podría venir con algunos peligros invisibles?

Problemas gastrointestinales: mucho más comunes de lo que crees

El clásico síntoma de haber nadado en aguas contaminadas es la diarrea. ¿Por qué sucede? Muchas veces el agua está plagada de gérmenes como E. coli, giardia o incluso un parásito llamado cryptosporidium. Estos microorganismos suelen ingresar al cuerpo cuando tragamos agua accidentalmente. Por eso, aunque parezca obvio, evita nadar en lugares donde sospeches de su limpieza. Una sola gota de agua contaminada podría bastar para una experiencia desagradable que dure días.

Enfermedades de la piel: reacciones inesperadas

Si has notado irritaciones o granitos en tu piel después de nadar, no estás solo. Aguas sucias pueden provocar infecciones cutáneas como dermatitis, especialmente si tienes piel sensible o heridas abiertas. En las piscinas, incluso el cloro en exceso puede desencadenar reacciones adversas. Este químico, aunque desinfecta, también debilita las defensas naturales de la piel. Siempre aplica una crema hidratante o protectora antes y después de nadar para mantener tu piel cuidada.

Otitis: la incomodidad en tus oídos

La llamada «otitis del nadador» es un problema típico tras pasar tiempo en el agua. Ocurre cuando el canal auditivo se inflama debido a bacterias u hongos que encuentran un ambiente húmedo perfecto para crecer. Los síntomas van desde dolor en los oídos hasta una leve disminución de la audición. ¿La solución? Usa tapones de silicona y asegúrate de secar bien tus oídos después de nadar.

Hepatitis A: más que un simple virus

Aunque rara, es posible contraer hepatitis A al nadar en aguas contaminadas por desechos humanos. Este virus afecta directamente al hígado, causando fatiga, fiebre, y en algunos casos, ictericia (color amarillento en la piel). ¿Cómo protegerte? Evitando nadar en ríos o lagos con sospechas de contaminación y prestando atención a alertas locales de salud.

Legionelosis: un peligro oculto en jacuzzis o aerosoles

Aunque no suele estar en la lista de preocupaciones comunes, la legionelosis es otra enfermedad que puede surgir al nadar en sitios mal higienizados, especialmente en jacuzzis o fuentes termales. Esta afección respiratoria es causada por bacterias que se inhalan a través de pequeñas gotas de agua contaminada. Si sientes síntomas parecidos a la gripe tras alguna experiencia de este tipo, considera consultar a un médico.

Anguilulosis y otros parásitos

El agua de fuentes tropicales puede estar infestada de parásitos como los desencadenantes de anguilulosis. Estos entran al cuerpo por heridas o incluso por la piel sana, causando desde anemias hasta problemas gastrointestinales graves. Si viajas a zonas exóticas, es mejor informarte previamente sobre las condiciones del lugar y optar por áreas seguras para nadar.

Bilharziosis: cuidado con las aguas dulces

Los parásitos que causan bilharziosis pueden ser especialmente peligrosos. Presentes en algunos lagos y ríos, estos organismos penetran en la piel y comienzan a afectar órganos internos, incluyendo el hígado o los intestinos. Los síntomas iniciales son picazón, fiebre y malestar general, pero pueden agravarse si no se tratan a tiempo.

Problemas respiratorios: un riesgo silencioso

Nadar en piscinas mal ventiladas con altos niveles de cloro puede provocar irritaciones en las vías respiratorias. Esto ocurre cuando el cloro y otras sustancias químicas interactúan con partículas del aire, formando gases irritantes. Si experimentas tos o dificultad para respirar tras nadar en una piscina, podrías estar expuesto a estos químicos.

La douve del hígado: peculiar pero peligrosa

Este parásito, más común en ciertas regiones asiáticas o tropicales, se aloja en el hígado humano, causando dolor abdominal severo y fatiga. Aunque no suele ser frecuente en zonas urbanas, es un recordatorio de por qué debemos evitar nadar en aguas turbias o desconocidas.

Infecciones en los ojos: el riesgo del cloro y bacterias

Si tus ojos arden después de nadar, podría ser más que simple irritación. Las conjuntivitis bacterianas o víricas a menudo están relacionadas con aguas contaminadas. Usar gafas de natación es una estrategia simple pero efectiva para mantener tus ojos protegidos.

Desde la diarrea hasta enfermedades más graves como la bilharziosis, lo mejor es mantenerse informado, elegir lugares confiables para nadar y reforzar la higiene personal. Cuando se trata de salud, nunca es exagerado ser cuidadoso. ¿Listo para tu próxima inmersión? Solo asegúrate de que el agua sea tan fresca como debería ser.

¿Le resultó útil este artículo?
Angélica Ramos

Publicaciones relacionadas