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Salud

Alteraciones en la orina: ¿cuándo acudir al médico?

A veces la orina puede presentar un aspecto diferente al habitual: en algunos casos es aconsejable proceder a una evaluación médica y a más pruebas diagnósticas.

Orina amarilla y clara

Durante siglos, el color de la orina fue la única herramienta de diagnóstico de las enfermedades del sistema urinario. Hoy en día, aunque hay muchas herramientas de diagnóstico disponibles, el análisis del color y el aspecto de la orina sigue siendo un elemento clave en el diagnóstico de posibles enfermedades del tracto urinario, es decir, los riñones, los uréteres, la vejiga y la uretra.

La orina suele tener un color amarillo más o menos marcado y parece clara. Pueden aparecer diferentes colores durante las enfermedades renales, urológicas o sistémicas y los diferentes grados de turbidez están asociados a la presencia de corpúsculos en suspensión. Sin embargo, una alteración de estos dos parámetros no siempre es motivo de preocupación.

Orina oscura y de fuerte olor

Si, por ejemplo, la orina es más oscura de lo normal y tiene un olor más fuerte, también puede ser el resultado de la deshidratación o el resultado de una sudoración profusa. En este caso, la reposición de líquidos hace que la orina vuelva a su color habitual.

Otra razón que puede llevar a una orina de color oscuro es la ingesta de ciertos medicamentos, que provocan la pigmentación de la orina entre otros efectos no deseados.

Sin embargo, la orina de color oscuro también puede estar causada por infecciones asociadas a un aspecto turbio y maloliente y a un ardor al orinar. En los casos más graves, la orina oscura podría indicar un exceso de bilirrubina procedente del hígado, u otras sustancias como enzimas musculares, o ser un signo de mal funcionamiento de partes del sistema urinario.

Orina de color rojo y sangre

Una coloración rojiza de la orina puede ser un signo de hematuria, es decir, la presencia de sangre en la orina, un fenómeno que puede tener varias causas. Si la sangre en la orina es visible por el color, se denomina macrohematuria, mientras que cuando la presencia de sangre no es perceptible a simple vista, se denomina microhematuria, y en este caso la sangre sólo es detectable mediante el examen físico-químico de la orina.

Existe, por ejemplo, un tipo especial de hematuria, denominada hematuria de esfuerzo, en la que la orina adquiere un color rojizo después de un entrenamiento físico especialmente intenso, concretamente después de correr. Los traumatismos en la región pélvica causados por los deportes de contacto también pueden causar hematuria. Sin embargo, la sangre en la orina puede provenir de cualquier órgano del sistema urinario y puede ocurrir de forma aislada o estar asociada a otros síntomas como el dolor abdominal o la dificultad para orinar.

Espuma

La espuma en la orina es un fenómeno común: de nuevo, no representa necesariamente un problema de salud. La espuma se forma, por ejemplo, tras una salida rápida de orina, en caso de deshidratación o cuando hay residuos de detergente en el inodoro.

Este fenómeno puede ser causado por la toma de ciertos medicamentos y por las infecciones del tracto urinario. Si el problema persiste o empeora, podría ser un indicador de proteinuria, es decir, de presencia anormal de proteínas en la orina.

¿Qué hacer?

En caso de hematuria persistente, orina de color oscuro o espuma en la orina, en ausencia de esfuerzos evidentes, deshidratación o toma de nuevos medicamentos, es aconsejable consultar al médico, que considerará la posibilidad de realizar un análisis químico de la orina y un urocultivo, que son esenciales para evaluar las posibles causas.

El análisis de orina es una prueba sencilla y no invasiva que permite el diagnóstico precoz de ciertas enfermedades renales y urológicas y debería incluirse en cada

Evaluación rutinaria

En caso de alteración de la química/examen físico de la orina, será útil la evaluación por parte de un especialista en nefrología/urología y el recurso a posibles investigaciones complementarias, como el análisis microscópico del sedimento urinario, la ecografía del aparato urinario, los análisis de sangre específicos y, sólo en algunos casos más graves, la realización de pruebas de segundo nivel (uro-TC o uroRMN) o la biopsia renal. Cada alteración del laboratorio debe situarse siempre en el contexto clínico de cada individuo.

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Angie Molina